Que el título no os confunda, la nueva serie de Hulu nada tiene que ver con House, el mítico procedimental médico que tantas alegrías dio a la cadena Fox durante ocho temporadas. Desde que el Dr. House colgara la bata (por decirlo finamente) en 2012 apenas habíamos vuelto a ver a Hugh Laurie en la pequeña pantalla. Tras encarnar a un multimillonario de dudosa moral en The Night Manager, vuelve ahora a meterse en la piel de un médico en la recién estrenada Chance.
Basada en la novela homónima, este noir de manual nos sumerge en el San Francisco más peligroso siguiendo las peripecias de un neuropsiquiatra que, por si no tuviera suficientes problemas en su vida, decide ayudar a una paciente en apuros. Jaclyn, que así se llama el dolor de cabeza del doctor Chance, acude a su consulta en busca de consejo y orientación para superar los problemas derivados del maltrato continuado al que la somete su marido (Paul Adelstein), que incluyen depresión crónica, pérdida de memoria y trastorno de personalidad. Para rescatarla del calvario en el que vive y de ese marido dispuesto a eliminar a todo el que intente inmiscuirse en su matrimonio, cuenta con la ayuda de un ex militar que se dedica ahora a la restauración de muebles (Ethan Suplee, My Name Is Earl). Sí, podríamos bautizarlos como la extraña pareja.
Las conductas moralmente reprobables del Doctor Chance no han tardado en ser comparadas con las de Walter White, salvando las distancias. Ambos exploran el submundo de las ciudades en las que viven, y ambos parten de una buena intención que justifica su incursión en ese lado oscuro. Chance es totalmente consciente de sus actos y se cuestiona en numerosas ocasiones. Si el piloto empieza con la voz en off de Chance analizando el caso de tres pacientes y las circunstancias que les llevaron al cataclismo, se cierra hablando de sí mismo, en lo que se está convirtiendo y en las consecuencias del camino que ha elegido.
Si bien es cierto (y eso pasa siempre) que los dos episodios con los que Hulu ha lanzado la serie no nos permiten saber si se trata de un buen producto o si la intriga se va a perder por el camino, sí podemos decir que la premisa es interesante y que sienta unas bases sólidas que despiertan el interés del espectador y le hacen tener ganas de más.
Los otros conflictos que se plantean alrededor del protagonista, como son su reciente divorcio, los problemas económicos o la relación con su hija adolescente —que sin duda condicionará muchas de las decisiones que tome— no generan tanto interés, pero son necesarios para comprender al personaje en su conjunto, darle profundidad e intentar crear una cierta empatía con el espectador que le permita comprender (e incluso aprobar) sus actos.
No he leído la novela, así que desconozco el desenlace o si los guionistas van a ser capaces de sostener la tensión a lo largo de los diez episodios de esta primera temporada y los otros diez de la segunda por la que se le dio luz verde. El más que explotado dilema moral de si el fin justifica los medios no va a ser suficiente para enganchar a un espectador saturado de thrillers que está ya de vuelta de todo. La baza con la que juega Chance es el psicoanálisis y el juicio moral que el personaje hace de sí mismo como si se tratara de uno de sus pacientes. Laurie está impecable en la piel de un hombre bueno que actúa movido por la voluntad de ayudar a una persona en apuros y que deberá enfrentarse a las consecuencias de sus decisiones. Para mí es una razón más que suficiente para darle una oportunidad a esta serie.
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