La tercera temporada de Transparent me ha dejado el corazón encogido. A lo largo de los diez episodios hemos podido ver a los Pfefferman encajar los golpes de la vida, resquebrajarse, caer y tocar fondo. Ha habido para todos.
Quizás Ali sea la mejor parada de la historia. Se ha mantenido en un segundo plano con una trama principal que ha girado en torno a su relación sentimental con Leslie quien, a pesar de sus miedos, acaba confesando sus sentimientos hacia ella. También explora su relación con Josh, que es probablemente el miembro de la familia que más ha sufrido. Siguiendo con la línea argumental iniciada en la temporada anterior, en la que Josh descubre que es padre -lo que entre otras cosas hace que se acabe su relación con Raquel-, Josh intenta encontrar su camino. Y no va a ser fácil.
Como las desgracias nunca vienen solas, el suicidio de Rita hace que un abismo se abra bajo los pies de Josh, quien inicia un viaje desesperado en busca de respuestas. Intenta encontrar asilo emocional en brazos de ese hijo adolescente al que prácticamente no conoce, abrazar su fe (muy emocionante la escena en la que decide convertirse al cristianismo tras escuchar el sermón de su hijo), mudarse a su ciudad y ser parte de su vida. Huir de todo lo que le ha hecho daño en Los Ángeles, de su familia y de todo el sufrimiento que ella representa. Pero Colton no está dispuesto a dejar que un desconocido invada su mundo. Considera que sus padres son los que le han criado y no quiere que Josh esté tan presente en su vida. Así que no le queda más remedio que desandar los kilómetros y volver a casa, aunque aún no esté listo para enfrentarse a la vida ni para reconciliarse con su familia.
Por su parte, Sarah sigue dando tumbos. Intenta paliar sus carencias afectivas con actividades algo más espirituales. El rechazo de su candidatura para formar parte del comité de la sinagoga, alegando que aporta energía oscura y que su vida sentimental y sexual no es acorde con los principios religiosos, es un golpe bajo para ella. Con ayuda de Raquel (personaje con mayor presencia esta temporada, lo cual es de agradecer) crea un lugar de celebración alternativo al que se aferra para evitar solucionar los problemas de su vida que incluyen, entre otros, mejorar la relación con sus hijos. La religión ha sido muy importante en esta temporada, ya no sólo como parte de las tradiciones familiares, sino como vía de escape ante las crisis de identidad de los hermanos. A pesar de la complejidad del personaje de Sarah, sus tramas no me parecen las más interesantes. Al contrario que el resto de la familia, ella parece no querer darse cuenta de sus errores para enmendarlos, y eso acaba pasando factura con crisis de nervios frente a sus hijos incluida.
Y Maura, ¡ay, Maura! Lo que me ha hecho sufrir. Como ella misma dice, lo tiene todo en la vida y, a pesar de ello, es infeliz. Se siente todavía entre dos mundos, teniendo que dar aún muchas explicaciones sobre su aspecto físico y por eso la cirugía para la reasignación de sexo parece el siguiente paso natural. Ya no quiere ser Mapa, quiere ser Mama con todo lo que ello conlleva. Sentirse atractiva y desembarazarse de un cuerpo del que se avergüenza desde pequeña como hemos podido ver en los flashbacks.
Me rompió el corazón casi tanto como a ella la conversación con el médico, pero más aún la escena con sus abuelos cuando le descubren "disfrazado" con la ropa de su madre. Toda una vida escondiendo su verdadero yo, aprendiendo a vivir en un cuerpo que nunca ha sentido como suyo, viviendo la vida que se consideraba apropiada… Eso da todavía más valor a sus decisiones del presente, a esa lucha que no por llegar tarde es menos necesaria y que puede llevarle al fin a la ansiada felicidad. Su relación con Vicki se ve enturbiada por esta decisión, ya que ella quiere a Maura tal y como es y preferiría que no pasara por quirófano. La verdad es que es muy representativo el momento en el que anuncia su decisión en medio de la cena de cumpleaños, el poder observar las reacciones de los allí presentes. El paso de la reasignación es irreversible y hace que la transformación de Maura pase de una mera transición vital a una realidad incontestable. Y, a pesar de que han aceptado la situación, no todos lo encajan igual.
Destaca especialmente la reacción de Shelly, que entre tanta crisis de identidad, decepciones, golpes y traumas se siente desplazada de la familia. Su relación de pareja no es tan idílica como parece, sus hijos están lidiando con sus propios problemas, y Maura no sólo ha encontrado apoyo en otras personas sino que quiere hasta usurparle el título de Mom. Siente la necesidad de sentirse importante para alguien y, como muchos hoy en día, encuentra consuelo en las redes sociales y los me gusta de desconocidos para intentar suplir los desplantes de los conocidos. Necesita hacer algo grande, algo que le proporcione el calor del público y con lo que sentirse importante y, aunque por momentos su actitud me resultara cargante, he de confesar que su actuación puso un broche de oro a una temporada redonda.
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