
Las chicas se nos hacen mayores. O lo intentan. Tras una cuarta temporada de transición en sus vidas, el inicio de la quinta nos trae la boda de Marnie y su férrea voluntad de convertirse en una mujer adulta. Que la boda es un error lo saben hasta en la China y, aunque Hannah le insinua sutilmente que la caída va a ser muy dura, ella sólo pide apoyo y comprensión. Qué entrañable. Creo que sus abogados ya trabajan en los papeles del divorcio.
El episodio recuerda mucho al genial “Beach House” de la tercera temporada, con todo el mundo reunido en una casa alejada de la cotidianeidad y del ruido neoyorkinos. Un micromundo que se convierte en el escenario perfecto para analizar el momento personal en el que se encuentra cada uno de los personajes y, como en aquella ocasión, con Marnie como epicentro de la historia.
Concentrados en los preparativos para el gran día, la inocente (y lógica en esta situación) separación de chicos y chicas en habitaciones diferentes vuelve tangible el distanciamiento que existe entre ellos. Mientras el cabeza hueca de Desi aprovecha sus últimas horas de soltería, Ray asiste impotente a una boda condenada al fracaso en la que una de las partes implicadas es, palabras textuales, “el amor de su vida”.
Dudo que Ray tenga el valor de levantar la mano cuando se pronuncie la famosa “si alguien tiene algo en contra de esta unión, que hable ahora o calle para siempre”, pero espero y deseo que esa mano sea la que ayude a Marnie a levantarse tras la inevitable caída y que, por supuesto, sean felices y coman perdices.
El gran Oh My God del episodio ha sido el beso entre Adam y Jessa. Era probablemente el paso natural tras el acercamiento de los últimos tiempos y, aunque a priori hacen buena pareja, el enfado de Hannah es más que previsible. Una regla no escrita (que debería de escribirse) es que los novios y ex novios de tus amigas no se tocan. Hasta ahora la amistad entre Hannah y Jessa ha demostrado ser a prueba de balas pero no sé si sobrevivirá a este cañonazo. Vaticino broncas, enfados y (espero) reconciliación a lo largo de los próximos episodios.
¿Y qué pinta Adam en todo eso? Porque tanta culpa tiene el uno como el otro. A juzgar por la escena del beso, en la que él ya ha terminado de prepararse mientras que ella aún está con los rulos puestos, podría interpretarse que Adam está listo para pasar página y va a ser el que tenga que tirar de Jessa.
Quien también ha dado un paso al frente ha sido Hannah que, esto no se lo esperaba nadie, tiene un novio que parece normal. Quizás por eso no termine de encajar en el grupo. Lo de instalarse en la habitación de las chicas o intentar hacer migas con Adam tampoco ayuda, las cosas como son. Espero que con el tiempo termine encontrando su lugar, porque no me gustaría que Hannah se viera en la tesitura de elegir entre sus amigos o su novio.
Y, como de costumbre, dejo lo mejor para el final. Shoshanna ha vuelto aún mas loca si cabe de Japón, con un look del todo menos discreto y con su característica verborrea elevada a la máxima potencia. No sé si su estancia en el país del sol naciente le ha ayudado a aclarar las ideas porque es, sin duda alguna, la más perdida del grupo. Creo que todos nos hemos sentido así al acabar los estudios y salir al mundo real, pero tarde o temprano hay que encontrar su lugar. O crearlo de cero.
Este es el punto de partida de la penúltima temporada de Girls. A partir de ahora las tramas van a orientarse al desenlace, y la duda que surge, al menos para mí, es si este grupo está destinado a permanecer unido contra viento y marea o si, por el contrario, ha llegado el momento de que cada uno vuele en solitario. ¿Qué pensáis vosotros?
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