No sé si es que tras dos semanas de sequía de Chaneles había perdido el hilo de la historia, o si es que nuestro querido Ryan Murphy ha desbarrado totalmente en este episodio. O ambas. Sea como fuere, las tramas tienen cada vez menos sentido. Vayamos por partes.
Sé que las tradiciones varían según los países, y que el tiempo que pasa desde que fallece una persona hasta que la entierran no es el mismo pero, ¿seis capítulos? ¿En serio? Sin olvidar el tiempo que pasó desde que la mató Red Devil hasta que encontraron su cuerpo en la casa encantada. Tiempo en el que, dicho sea de paso, no creo que se respetara la cadena de frío, y ahí la tenéis, estupendísima hasta muerta.
Si algo odio de los entierros es cuando se encadenan las alabanzas al finado aunque fuera un asesino en serie. Ojalá hubiera una Chanel Oberlin en cada funeral. Que si mala persona, que si roba novios, que si se creía demasiado guay. En definitiva, que estaba mejor muerta. Olé tú, Chanel.
Pero al final Chanel #2 resultó ser una aliada incluso desde el más allá. Dejó colgado en el infierno sin dinosaurios a Hitler el soba tetas para aparecerse en un sueño de la Oberlin e informarle de la traición que se cocinaba a fuego lento en la casa: las Chaneles planeaban matarla. Gracias a esa aparición digna de llenar horas en Cuarto Milenio podemos seguir disfrutando de nuestra diva favorita. Amén.
¿Sigues aquí, Grace?
Casi se me había olvidado lo mucho que la odiaba. Debe ser por eso que han decidido darle un protagonismo exagerado, a la vez que innecesario, en este episodio. ¿Recordáis cuando hace dos semanas os decía que a nadie le importaba ya la muerta de la bañera? Me equivocaba, sigue con sus investigaciones.
Llegados a este punto ya no sé a quiénes podemos descartar en la lista de sospechosos. A parte de a los muertos, claro. Primero detuvieron a la decana acusada de la muerte de su ex marido. Un hombre de belleza distraída que la dejó por una alumna que parece la hija secreta de Mia Farrow (estamos esperando los resultados de las pruebas de ADN para confirmar el parentesco). En el manicomio, que me recuerda vagamente a otro, no me preguntéis por qué, le encarga a los aspirantes a detectives (Grace y Pete, para los distraídos) que investiguen a Feather (la alumna roba maridos) a cambio de información sobre el bebé de la bañera.
Se ponen manos a la obra, se presentan en la escena del crimen, cogen pruebas de una manera súper profesional (nótese la ironía) y consiguen probar que Feather es la asesina. Decana abandona manicomio, Feather entra en él. Una vez fuera, la decana nos confiesa que por supuesto que fue ella la que mató a su ex marido. ¿Os va a explotar la cabeza? A mí también. ¿Qué tiene que ver esto con las muertes en la hermandad? Posiblemente nada, pero qué importa, lo contamos igual.
Dice Ryan Murphy que en el último episodio se desvelará la identidad del asesino. Pero para eso aún faltan varias semanas y pueden surgir veinte tramas más. Chanel está segura de que Red Devil no es una persona, sino dos: Grace y Zayday. ¿Tendrá razón? ¿Qué pinta Gigi en todo esto? ¿Dónde se han metido Zayday y Red Devil? ¿Y Denise? ¿Morirá la decana en la ducha? Como ves, Ryan, tengo muchas preguntas. Así que ponte las pilas, anda.
COMENTARIOS