Un creador de renombre y meses
de intensa promoción la han convertido en una de las grandes apuestas de la
nueva temporada seriéfila. Nosotros ya la hemos visto y te damos cinco razones
para que tú también lo hagas:
1. Las Chaneles
Pijas, soberbias y caprichosas a
partes iguales, son las reinas indiscutibles de la hermandad Kappa Kappa Tau. Chanel
Oberstein se ha rodeado de un pequeño séquito de minions esculpidos a su imagen y semejanza. Desprovistas de su
nombre, y con un número como única identificación, las chaneles son una pequeña
secta de la que todo el mundo quiere formar parte.
Son, evidentemente, la clase de
personas odiosas de las que nunca te rodearías en la vida real, esas a las que
les darías una torta con la mano abierta y cogiendo carrerilla, pero que en la
ficción se convierten en los mejores personajes, robando escenas y dejando
frases para la posteridad.
2. Las referencias culturales
Son uno de los pilares de la
serie. Los guiños al cine de terror de los 90, así como a su moda y su música
son constantes. Conseguir identificarlos todos son una diversión añadida.
Ya sea en la trama principal,
con un asesino enmascarado atormentado universitarios, estudiantes
reconvertidos a investigadores, las muertes en cadena… Los nacidos en los
ochenta encontramos en esta serie las películas y series que marcaron nuestra
adolescencia: Scream, Popular, El Príncipe de Bel-Air, Destino
Final o Sé lo que hicisteis el último
verano. Y lo mejor de todo: suenan los Backstreet Boys.
3. El elenco
Una de las bazas principales de
la serie, sin duda alguna. Ryan Murphy siempre ha sabido elegir muy bien a sus
actores y en esta ocasión no ha sido menos. Ha recurrido a actrices que ya
habían participado en otras de sus series, como Emma Roberts (American Horror Story) o Lea Michele (Glee), a caras conocidas del mundo del
cine, como la gran Jamie Lee Curtis (True
Lies), Abigail Breslin (Little Miss
Sunshine) y, quizás lo que a mí más me ha sorprendido, a dos ídolos
musicales como son Ariana Grande y Nick Jonas.
Mención aparte merecen los
“hijos de”. Entre el amplio casting encontramos a dos actores con padres muy
mediáticos: Oliver Hudson, hijo de Goldie Hawn y el cantante Bill Hudson, y
Patrick Schwarzenegger que, ¿a que no adivináis de quién es hijo? Me chiva
Google que ambos actores habían hecho pequeñas incursiones en el mundo del
cine, pero yo he de confesar que los he descubierto en esta serie.
4. El estilo kitsch
La serie no puede ser más
hortera. Hala, ya está, ya lo he dicho. He visto cosas que creía desterradas,
como por ejemplo, ¡el chándal de táctel! Sé que las modas son cíclicas y tarde
o temprano todo vuelve, pero hay cosas que deberían estar prohibidas por la
ley.
Las Chaneles no se salvan de la
criba, más bien al contrario, son el claro ejemplo de que ser rico no significa
tener buen gusto. Se visten como señoras de la alta sociedad madrileña (estoy
pensando en Pitita Ridruejo), vestidos rectos y chaquetas de corte Chanel, muy
apropiadas por otra parte, abalorios como para decorar varios árboles de navidad
de los que ponen en las plazas de los pueblos y accesorios de lo más
disparatados: orejeras, guantes, diademas con orejas de gato… Y las pieles, ¡las
pieles! Me declaro fan incondicional de la jefa de vestuario de la serie.
5. Ryan Murphy
A lo largo de su carrera nos ha
regalado series de la talla de Glee, Popular, Nip/Tuck o American Horror
Story. Con semejante currículum ya no tiene nada que demostrar. Es, junto
con Shonda Rhimes (Anatomía de Grey,
Scandal) uno de los creadores más influyentes y cotizados del mundo.
El suspense, la comedia y la
frivolidad son sólo el envoltorio. No hay que rascar mucho para encontrar una
crítica feroz a una sociedad deshumanizada, además de los eternos conflictos
juveniles que domina como nadie. Liderazgo, aceptación, homosexualidad,
diversidad racial, frivolidad, o exclusión social se tratan una vez más de
manera magistral.
Aunque sólo sea por él, deberías darle una oportunidad.
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