Treinta años
después del estreno de la película She’s Gotta Have It, los temas que trata siguen
estando muy de actualidad y su director, Spike Lee, y Netflix no han querido
desaprovechar la oportunidad de relanzarla en forma de serie.
Nola Darling es
una joven neoyorkina, inquieta, inteligente, creativa e inconformista. A través
del relato de su día a día, así como de los monólogos mirando directamente a
cámara, denuncia el racismo y el machismo poniendo en el centro de sus críticas
el male gaze y los eternos comentarios misóginos a los que todas las mujeres se
han enfrentado alguna vez.
Pintora con
apuros económicos, Nola utiliza su arte para mostrar la belleza y la realidad
de la mujer afroamericana y luchar en cierta manera contra los estándares de
belleza europeos a los que a menudo tienen que someterse como, por ejemplo,
tapando su pelo con pelucas o extensiones. En el plano sentimental tiene muy
claro que no se siente representada por el patrón social establecido, esto es,
la monogamia. Mantiene tres relaciones en paralelo con tres hombres que nada
tienen que ver entre sí y que, por supuesto, están al corriente de la
existencia de los demás.
Por un lado, está
Jamie, un millonario hombre de negocios; luego está Greer un modelo narcisista
y, para mi gusto, insoportable; y, por último, Mars, un repartidor con aspecto de
rapero recién salido de la cárcel. Nada tienen que ver los unos con los otros y
eso es precisamente lo que le interesa a Nola, que cada uno le aporta algo
diferente y entre todos consiguen llenarla, algo que no concibe en una relación monógama. Vivir como una poliamorosa pansexual, como ella misma
se define, no es fácil. La sociedad no acepta este tipo de relaciones abiertas
y menos aun cuando se trata de una mujer.
Evidentemente este no es el único problema con el que tiene que lidiar en la calle. Silbidos, comentarios, agresiones o reflexiones sobre el largo y el ancho de un vestido que dan lugar a una campaña en la que denuncia un tema que ha dado mucho de qué hablar en los últimos tiempos: el acoso en la calle. Nola es capaz de transformar sus sentimientos en arte y utilizar este arte como megáfono con el que gritarle a la sociedad cosas que deberían cambiar.
She’s Gotta Have It es una serie bastante redonda, con una protagonista muy interesante con la que sentirse identificada en muchas ocasiones, tramas que consiguen mantener el nivel a lo largo de la temporada, una fotografía espectacular y una banda sonora maravillosa. Si hay que sacarle alguna pega, sería que, como en la mayoría de las series de este estilo –con la diferencia de que en esta creador y protagonista no son la misma persona-, en ocasiones peca de egocéntrica. Todo gira en torno a Nola y sus problemas. Nada en la vida es más importante que ella misma y el hecho de que le sea difícil cuestionar sus propios actos provoca ganas de cogerla por los hombros y sacudirla para que abra los ojos. Pero solo a veces. Muy pocas veces, de hecho.
En contra de lo que pueda parecer, Spike Lee no pretende dar lecciones de nada. Utiliza a la protagonista para denunciar una realidad que sigue vigente treinta años después (y ya de paso para quejarse también de la injusticia que supone para él que Malcom X no se llevara el Oscar). Nola Darling habla del cuerpo humano y su aceptación, de la sexualización del cuerpo femenino y los prejuicios hacia las mujeres sexualmente abiertas y libres. Utiliza los estereotipos para explicar su origen y jugar con ellos. Temas siempre de actualidad que hacen de She’s Gotta Have It una serie más que recomendable.
COMENTARIOS