Es muy difícil valorar una serie sólo a partir de su piloto, ya sea porque los creadores hayan puesto toda la carne en el asador y luego no sean capaces de seguir el ritmo, o bien porque empiece lento pero seguro, dejándonos un poco fríos, y vaya adquiriendo solidez en los siguientes episodios. Esto hace que en muchas ocasiones tengamos una opinión sobre una determinada serie a partir de su episodio inicial y que luego cambiemos radicalmente de idea. Espero que esto no nos (me) suceda con SMILF, la nueva dramedia de Showtime porque, honestamente, apunta maneras desde el primer fotograma.
SMILF forma parte de ese género tan de moda en los últimos años en los que jóvenes creadores dan voz a su generación, que diría modestamente Lena Dunham, o, en todo caso, nos muestran tanto aspectos de la vida cotidiana como las inquietudes e intereses de esos jóvenes. Lo hizo la citada Dunham con Girls, Aziz Ansari con Master of None, Issa Rae con Insecure o Donald Glover con Atlanta. Escriben y protagonizan —y en ocasiones también producen y dirigen como es el caso aquí— sus propias historias dotándolas de una identidad única. Son sólo algunos ejemplos de series que parten de historias cotidianas que cuentan a menudo con un bajo presupuesto y que consiguen conquistar con su honestidad y su naturalidad a público y crítica.
Frankie Shaw (Mr. Robot) ha sabido aprovechar el tirón de este género y nos trae una historia que promete darnos muchas alegrías. Frankie es Bridgette, una madre soltera veinteañera que mantiene una relación ambigua con el padre de su hijo y que aspira a ganarse la vida como actriz. Bridgette tiene una madre con problemas psiquiátricos (Rosie O’Donnell), trabaja como niñera para una mujer adinerada (Connie Briton), ha sufrido abusos en el pasado y padece un desorden alimenticio. Lucha por salir adelante y nos hace partícipes de esa lucha, de sus dudas y sus preocupaciones.
El título nos da una pista sobre uno de los ejes principales de la serie. Para los que no lo sepan, SMILF corresponde a las siglas en inglés de "madre soltera que me follaría". El primer episodio nos deja escenas graciosas como la conversación con la ginecóloga sobre el tamaño de su vagina tras haber dado a luz, y nos muestra una de las inquietudes de la protagonista: la dificultad de rehacer su vida sentimental siendo madre soltera. Bridgette no es una mujer modélica y son sus imperfecciones las que la hacen interesante. Es una de esas personas que tienes ganas de seguir conociendo, que sabes que te hará sufrir, pero también reír y con la que te sentirás identificada en muchos momentos.
Hemos hablado en muchas ocasiones en este blog de la importancia de crear personajes femeninos fuertes, así como de dar voz a las creadoras. Y en esta serie ambos elementos están presentes. Por ahora, y supongo que evolucionará a lo largo de los distintos episodios, los personajes masculinos son satélites de la protagonista, pero no por ello son menos complejos o menos importantes. Creo que es clave resaltar también la naturalidad con la que se muestran los desnudos, tanto masculinos como femeninos, perfectamente integrados en la historia y en la que los cuerpos son elementos y no objetos de la narración. Y, por favor, gracias por mostrar la masturbación femenina que, a pesar de la evolución de la representación, sigue estando proscrita en la mayoría de las series.
Adaptación —o prolongación, según cómo se mire— del corto con el que Shaw ganó el Premio del Jurado en Sundance en 2015, SMILF contará con diez episodios y en los primeros treinta minutos sienta las bases de lo que puede ser una buena serie, sencilla pero efectiva, con personajes interesantes e historias cotidianas con mucho potencial. Esperemos que mantenga el nivel y que no tengamos que hacer un post de rectificación al final de la temporada. Confiamos en ti, Frankie Shaw.
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