Sólo hay una cosa más fuerte que la esperanza: el miedo. Emoción que se ha convertido en el nuevo motor que mueve a la sociedad actual. Un sentimiento poderoso que no funciona con lógica, lo que le hace incontrolable e imprevisible. Dos cualidades que pueden transformar una situación cotidiana en una auténtica tragedia. El capítulo comienza con una versión algo descontextualizada del final del anterior episodio, en el que veíamos a Kai provocar a un grupo de trabajadores hasta el punto de agredirles con su orina. Excedida o no su respuesta, ya que Anderson recibe una paliza como recompensa, sus agresores se hacen famosos en un vídeo que recoge exclusivamente la agresión recibida por Kai y no la situación completa. Este vídeo da cierta fama a nivel local a Anderson, que no dudará en anunciar su intención de ocupar el asiento dejado por Chang en el consejo de la ciudad. Una candidatura con la que tratará de contaminar a su comunidad con sus ideas radicales sobre la inmigración, la homofobia, y otras ideas que deberían ser ya historia.
La xenofobia promovida por Kai se esparce como el humo, esquivando toda clase de barreras. Tal es su magnitud de alcance que pronto aparece en el restaurante de Ally e Ivy. Pedro será el foco de odio de Roger, el jefe de cocina que no duda en amenazar a su empleado y a atacarle verbalmente por ser latino, a pesar de que en realidad es ciudadano americano de nacimiento. La situación empeora cuando Ally encuentra a su jefe de cocina muerto en el restaurante. La policía tiene un claro sospechoso: Pedro, acusado mucho antes de analizar cualquier clase de evidencia que pruebe su implicación. La culpa se apodera de Ally y con ella llega el miedo.
La protagonista de lo que resta de Don't be afraid of the dark es sin duda la nictofobia o miedo a la noche u oscuridad. Tras en incidente del restaurante, Ally está decidida a proteger a su familia ante el mundo hostil que les rodea. Decisión que hará que se tambaleen sus propias creencias acerca de la violencia y el uso de armas. Ally se siente perdida y poco apoyada por su mujer, una inestabilidad matrimonial que es rápidamente captada por Winter; que parece haber llegado su hogar para destruirlo desde dentro. Ésta tratará de seducir a Ally sin suerte, ante la falta de éxito será el miedo el que tome el control de la situación. Winter sabe que sólo debe dejar a Ally sola para que el caos se apodere de la casa. Los payasos y el resto de sus fobias se encargarán de guiar a Ally, que ya no tiene control sobre sus propios sentidos. Será en su intento desesperado de huir de su casa, que ha sido tomada por los payasos cultistas, cuando se encuentra con su propia hipocresía: dispara a Pedro a sangre fría.
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