Ya están aquí. Por fin. La quinta temporada nos había dejado muchos frentes abiertos, y por lo que hemos visto en los dos nuevos episodios emitidos, lo mejor está por llegar.
Frank está más perdido que nunca. No es que hubiera estado centrado en algún momento, pero la muerte de Bianca lo tiene vagando como alma en pena por el cementerio y la verdad que produce hasta ternura. Bueno, hasta que finge acostarse con la ropa interior de su difunta novia, y sobre su tumba para más inri. Ahí ya vuelve a ser él y a provocar el asco de siempre. Pero así le conocimos y así le queremos.
Ahora que ha descubierto el amor no parará hasta encontrar a la persona que llene el vacío que ha dejado Bianca. Sus hijos siguen guardándole un rencor infinito, la verdad que no entiendo el por qué, así que no le queda más remedio que buscar comprensión fuera de los muros de su casa.
Casa que, por cierto, está de nuevo a tope de ocupación. El gánster de la familia ha salido del reformatorio y no ha vuelto solo, lo ha hecho con un armario de tres puertas que lleva por nombre Nick y que, paradójicamente, a pesar de sacarle tres cuerpos a Carl, es su protegido. Juntos son los matones oficiales del instituto, con venta de armas incluida. El muchacho desde pequeño apuntaba maneras y creo que podemos abrir desde ya mismo las apuestas sobre cuántos capítulos van a pasar antes de que vuelva a la cárcel.
Quien sigue entre rejas, madre mía qué capacidad la mía para hilar temas, es Mickey. Sin ser yo una fan de Svetlana, sino más bien todo lo contrario, he de decir que me gusta mucho el trapicheo que se trae con su ex en la cárcel y los encargos para que agreda a otros reclusos. Ian sigue sin hablarle, y sin asumir su enfermedad ni encontrar su lugar en el mundo. El trabajo en el restaurante le ha durado segundo y medio, justo lo que tardó en cansarse de Fiona y su necesidad de estar encima de todo el mundo, algo que se acentúa cuando la nombran responsable del restaurante, lo que le trae más de un dolor de cabeza. Pero volviendo a Ian, tras su frustrado paso por el ejército, el reencuentro con Mónica y la ruptura con Mickey, francamente, no sé qué más puede pasarle.
Por su parte Lip, que es de lejos el más normal de los hermanos, sigue con esa relación extraña con su profesora. Y digo extraña no porque ella esté casada, sino porque él está enamorado hasta las trancas de una mujer que sólo busca divertirse y que tiene un concepto de la vida y de las relaciones que hará, y ojalá me equivoque, que nunca se tome en serio los sentimientos de su estudiante. A mí lo de las relaciones abiertas me parece maravilloso, lo de acostarse con una mujer mientras su marido se ducha justo al lado…me parece too much. Pero me encanta.
Y sí, me he dejado lo mejor para el final. Debbie se ha convertido en una loca del coño de manual. En su desesperado intento de encajar en una familia convencional y de atar al chico de sus sueños, decide que lo de quedarse embarazada a los quince es la mejor idea del mundo. Claro que sí. El muchacho, como era de esperar, se coge el primer vuelo a Florida y porque no tiene familia más lejos, que si no…
Como era de esperar, Fiona cortocircuita e intenta por todos los medios que aborte, cosa a la que Debbie no está dispuesta. Lejos de entender que se ha pasado veinte mil pueblos y de que debería replantearse su situación, decide irse a Florida en busca de Derek. No sé si conseguirás llegar hasta él en algún momento, pero cari, es hora de pasar página.
Con lo que no contaba Fiona es con que no iban a tener una boca más que alimentar, sino dos. Sí, la mayor de los Gallagher también está embarazada. ¿No querías caldo? Pues toma dos tazas. ¿Tomará la decisión de abortar? El argumento “no podemos permitirnos un niño más en casa”, ¿también se aplica al suyo? ¿Cómo se tomará Sean la noticia ahora que atraviesa una fuerte crisis personal?
Necesito respuestas a estas preguntas y a muchas más. La temporada promete, y mucho.
COMENTARIOS